Notas sobre la Pedagogía Musical
en FORMUS
La gran Pedagoga Musical Violeta Hemsy de Gainza (1929-2023) afirmaba que nuestra tarea como educadores musicales es lograr que los niños amen a la música. Y para amar la música tienen que conocerla.
Esta afirmación ha sido siempre un criterio para nuestro quehacer musical en FORMUS. Ha sido la orientación clara para la pedagogía musical con la cual estamos comprometidos. La meta es establecer, mantener, nutrir y hacer crecer el vínculo afectivo mediante el descubrimiento de los elementos que conforman la música.
La intuición genuina que nos atrae a la música, el gusto innato, la necesidad de ser tocado sonoramente, no debe frenarse a causa del trabajo de “la teoría musical”.
El pedagogo musical estará creando en cada momento un entorno vivencial, que junto con el programa, se nutren mutuamente, se integran, se complementan. Sólo así el niño logrará desarrollar la musicalidad innata de acuerdo a la edad evolutiva en la cual se encuentra.
Si solo promoviéramos la parte intuitiva, es decir, el gusto genuino o el vínculo natural en los pequeños, no les permitimos llegar a una verdadera madurez musical. Si en cambio, sólo promovemos y le damos prioridad a la enseñanza de la teoría musical, como objetivo de nuestro quehacer musical, estaremos apagando la esencia: el gusto y el amor por la música.
Me gusta pensar que la teoría musical es como el esqueleto. Un esqueleto no es la persona, pero la persona necesita un esqueleto para moverse y descubrir su mundo, y a sí mismo.
El Método. La secuencia de cómo acercar al niño a la música no está determinada por “la lógica de la teoría musical”, sino por el desarrollo cognitivo, emotivo y socio-moral del niño. La lógica del desarrollo como persona está implantada en su naturaleza, y corresponde a la historia de la evolución del hombre en este planeta.
Somos una réplica personal e individual de la larga historia de la humanidad.
Cuando respetamos este orden histórico que se ha hecho interno, los niños fluyen y disfrutan la Educación Musical y, cómo decía la maestra Violeta, la aprenden a amar.